Nuestra historia
El origen de su nombre viene de la fuente que abastecía a la población desde tiempos inmemoriales. Es en época árabe cuando fijará definitivamente su nombre de “Alberca” (del árabe> al-birka, “el estanque”) y el distintivo “de Záncara”, por la proximidad al río que lleva este nombre, también de origen árabe.
De los primeros asentamientos que tenemos constancia se sitúan en un monte cercano a la población, el Cerro Motejón, donde se han encontrado restos de tres recintos amurallados que circundaban una fortaleza.
Sabemos que en la época Romana pasaba por la población la calzada que unía Complutum con Cartago Nova (llamado “El Camino Murciano”, junto a la fuente “del Pilar”. Es posible que buscando un lugar con agua con la que abastecerse surgiera un pequeño poblado cercano a esta fuente, que subsistiría hasta época árabe, el cual sería repoblado tras la conquista de Alarcón en 1184.
Es en la Edad Media, donde ya tenemos las primeras noticias sobre “El Alberca”. En esta época, se produce una repoblación con gente que viene de lugares cercanos. Pero el acontecimiento más importante de este periodo se produce el 22 de enero de 1335, fecha en la que Don Juan Manuel, funda en La Alberca de Záncara un convento de Dominicas procedentes de Santo Domingo “El Real” de Madrid. Don Juan Manuel deposita en esta comunidad todos los poderes de gobierno sobre la población a excepción de la justicia. Sera un pequeño señorío dentro del futuro Señorío de Villena, dirigido por una comunidad dotada de grandes rentas y patrimonio. La comunidad de monjas de San Ildefonso de la Alberca permanecerá en este convento hasta el 8 de junio de 1499, fecha en la que Don Diego López Pacheco (2º Marques de Villena) obtiene por bula de Alejandro VI el traslado de las monjas a Belmonte.
El comienzo de la Edad Moderna, viene marcado por la obtención del título de villa. Será el poeta Jorge Manrique quien gane para la causa real la villa de La Alberca, quien, por los poderes reales que llevaba prometió, en nombre de los reyes, eximir y apartar a La Alberca de la Jurisdicción de la Villa de Alarcón, hacerla Villa por sí y otras Mercedes. Este privilegio será confirmado por los Reyes Católicos en Toledo el 20 de Marzo de 1480.
El Siglo XVI comienza con varias epidemias, lo que conlleva un descenso de población. Según Las Relaciones de Felipe II se contabilizo una población de 200vecinos (unos 800 habitantes) aunque antes de la epidemia había sido de 300 vecinos.
En esta época se construyen los edificios más destacables de la población como la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. De la Asunción (S. XV-XVI) y el Ayuntamiento (S. XVI), posible Hospital. También de esta época subsisten blasones y portadas de algunas casas solariegas. También había dos ermitas, la de Santa Ana, sobre cuyos cimientos se construyó el Convento de Carmelitas en el S. XVII y la de San Sebastián, hoy desaparecida.
En el Siglo XVII se construye el convento de Santa Ana, y destaca la figura de Fr. Francisco de la Cruz, carmelita calzado que peregrina a Tierra Santa con una Cruz a cuestas entre 1643 y 1646. Dicha cruz es la actual patrona de la Alberca, con cofradía fundada en 1724.
Del siglo XVIII obtenemos algunos datos del censo de Floridablanca (1787) en el que se dice que la población es de 933 habitantes. La economía es básicamente agrícola con algunas pequeñas industrias. De esta época se conservan solamente un par de escudos que pertenecieron a las casa solariega de la familia Peñaranda.
En el S.XIX se inicia con la incursión en España de las tropas napoleónicas y las desamortizaciones. Se iniciara en esta época una modernización de su estructura y un proceso de “caciquismo”, impulsado por la desamortización, por el que los antiguos hidalgos pasan a ser terratenientes. De esta época hay datos de la existencia de un molino de viento aunque hoy en día no se sabe exactamente su ubicación, por la tradición oral lo sitúa en el cerro “Molino de Viento”.
El siglo XX arranca en España, con una industrialización creciente y el éxodo de población rural a las ciudades Y a Europa.
Después de este discreto progreso del primer tercio de siglo, la Guerra Civil y la subsiguiente posguerra suponen momentos difíciles para el pueblo.
En los años 50 comienza una discreta recuperación con la aparición de empresas como la Cooperativa del vino. En los 60 empieza una regresiva disminución de la población.
En estos años empieza un movimiento migratorio de hijos de La Alberca hacia Valencia, Barcelona y Madrid principalmente.
En La Alberca vemos un progresivo aumento de población y una incipiente mecanización de las tareas agrícolas. La economía sigue girando en torno a la agricultura y en esta época comienza la plantación del ajo.
En los años 70, al hilo del auge económico del país, surgen otras cooperativas e industrias como la Cooperativa ajera y la Central quesera, famosa ésta por la elaboración de un renombrado queso de oveja.
En el último cuarto de siglo este pueblo ha tenido en tímido despegue económico todo ello vincula do a la agricultura y ganadería.
En la actualidad existen varias empresas nuevas pero, aun así, como pasa en muchos pueblos de España la población va disminuyendo.
PATRIMONIO ARQUITECTONICO
En casco de la población podemos diferencia dos zonas:
El casco antiguo. Su trazado original se remonta posiblemente a la época árabe con una trama urbana que se extiende alrededor de la plaza de arriba o plaza del ayuntamiento. Se caracteriza por calles estrechas, anguladas y con bastantes cuestas empinadas.
En esta plaza se encuentra el Ayuntamiento y La Iglesia Parroquial. Se trata de una plaza típicamente castellana, rodeada de casas y que ha visto pasar los principales acontecimientos de la población. Este conjunto arquitectónico ha sufrido bastantes alteraciones en los últimos tiempos y nada queda ya de las antiguas casas hidalgas, el resto son casas que delatan su carácter eminentemente agrícola.
El Ayuntamiento, edificio del siglo XVI. Se trata de una edificación que alterrna el sillarejo y la mampostería en su construcción. Es un edificio de dos plantas, la de abajo con una entrada porticada con cuatro arcos de medio punto sobre pilastras puramente renacentistas. En la segunda planta se encuentra actualmente las dependencias municipales.
Sobre el origen de este edificio, aunque no se sabe con seguridad, se cree que pudo ser el antiguo hospital fundado por Juan López de Rus en el siglo XVI y a lo largo de su existencia ha tenido varias funciones, siendo utilizado principalmente como ayuntamiento, colegio, etc.
Iglesia Parroquial de Ntra. Señora de la Asunción, de los siglos XV- XVI. Es una edificación de u gótico tardío de transición al renacimiento. La portada principal es de estilo herreriano, con frontón triangular y decoración de pináculos y bolas. El interior de una sola nave cuenta con ocho finas columnas semiembebidas en el muro. Los dos pares más próximos a la entrada de poniente, son más gruesas y con capitel de anillo; el resto, capitel de anillo octogonal y astrágalo con guirnalda colgada con cabezas de ángeles enlazadas. De los capiteles arrancan las nervaduras de laceria de la bóveda que cubre la iglesia, dividida en tres tramos y de distinto diseño. Además, la iglesia consta de cuatro capillas laterales, también renacentistas, de las cuales destaca la primera de la izquierda, junto al presbiterio, con una rica portada renacentista coronada por los escudos de la familia Orea y una reja atribuida a la escuela de Hernando de Arenas.
El Retablo Mayor es de buena factura, de dos cuerpos y de dos calles a los lados del central. Destacan algunas tallas como la de la Virgen del Rosario, un Cristo barroco y algunos cuadros.
Dentro de la sacristía se ha creado un pequeño museo que recoge algunas piezas de arte sacro y etnografía.
Bajo la torre, de dos cuerpos y realizada en 1580 por Juan de Zaldívar, se encuentra el baptisterio, precedido de u estilizado arco escarzano y con una pila bautismal en piedra.
La última restauración se realizó en 1997 gracias a distintas entidades y a la aportación particular del pueblo, devolviéndole, en la medida de lo posible su aspecto original
Plaza de abajo o parador. Alrededor de ella es donde el pueblo ha ido creciendo. En esta plaza encontramos el edificio cronológicamente más antiguo “LA FUENTE DEL PILAR”, una fuente que aparece ya mencionada en las relaciones de Felipe II. La fuente se sitúa junto a la calzada romana que atraviesa el mismo centro del pueblo (calles Cruz de Piedra y Las Huertas).
Por su caudal fue aprovechada desde muy antiguo, probablemente primero por los romanos y después en época musulmana, dando nombre al pueblo, y hasta nuestros días que ha sido restaurada por el ayuntamiento, como símbolo de la antigüedad del pueblo.
Se trata de un manantial en la misma roca, con tres puntos de salida diferentes, sobre el cual se ha levantado una construcción romana consistente en un depósito para recoger el agua en forma abovedada, con una salida al exterior en forma de alcantarilla que servía para regar las huertas fértiles de la calle Las Huertas y abastecer al “Arroyo” donde hasta bien entrado los años sesenta las mujeres acudían a lavar. Aunque el exterior ha sufrido algunas modificaciones a lo largo del tiempo el interior es de factura romana.
En esta misma plaza encontramos también el CONVENTO DE SANTA ANA. Sobre la antigua ermita de Santa Ana (siglo XIII) se construyó el nuevo convento de Santa Ana, un templo de estilo barroco. Conserva su iglesia, de una sola nave y planta de cruz latina, con una prolongación del brazo izquierdo del que parte la Capilla de la Santa Cruz, coronada por una cúpula y linterna, adornada con yesería barroca y varios retablos dorados, todos ellos barrocos.
En la Capilla de la Santa Cruz se custodia la patrona del pueblo: la Santa Cruz. Esta capilla posee un rico retablo realizado en 1754, en estilo barroco, coronado con una efigie de Fray Francisco de la Cruz.
También cabe destacar dos retablitos laterales que cobijan dos imágenes napolitanas posee una bella talla del Nazareno, muy venerado en el pueblo, de origen italiano que data del siglo XVIII.
El presbiterio está presidido por un retablo rococó con algunas tallas como la de la virgen del Carmen y San Simón Stock. La nave decora sus muros con distintos retablos barrocos, destacando el de San Elías, con una artística efigie del mismo, realizada por Vicente Rudíez en 1797. En la actualidad este templo es la sede del museo y de la cofradía de La Santa Cruz.
En esta misma plaza, alrededor de la cual se articula la vida de La Alberca de Záncara, cabe destacar también la redistribución que se realizó dotándola de todas las infraestructuras modernas y de una bonita fuente, símbolo de modernidad.
LA FUENTE DE LA VIDA.
Se trata de una fuente- monumento, ideada por el artista Julián Pérez Muñoz en la que se representan los valores humanos y labores de las gentes de la Alberca, resumidos en cuatro pilares y representados en bajorrelieves: La Familia (el amor, la igualdad, la cultura…), El Trabajo (participación de la mujer, esfuerzo…), La Agricultura (tierra, siembra, clima) y La Ganadería (ganado, industria, progreso…). El monumento se remata con una esfera Armilar de Tolomeo, que incluye los signos zodiacales y que simboliza nuestro mundo y la universalidad de mujeres y hombres.
Además de estos dos templos existió otro, el convento de san Ildefonso (desaparecido), fundado en 1335, de Monjas Dominicanas. De este convento poseemos la carta fundacional y abundante documentación. Son pocos los restos que aún quedan en la plaza de san Pedro.
Existió también en la antigüedad otra Ermita dedicada a San Sebastián, de la que no quedan restos visibles. En la actualidad, a las afueras del pueblo, se ha construido la Ermita de San Isidro Labrador, en el lugar de recreo conocido como “La Serrezuela”, un bello entorno natural donde se celebra la romería del santo el 15 de mayo. A iniciativa de La Asociación Cultural “Fuente de La Vida” en colaboración con el Ayuntamiento, se construye en el entorno del Polideportivo, junto a la carretera de San Clemente, La Ermita de San Cristóbal.
PATRIMONIO NATURAL
CERRO MOTEJON. El Cerro Motejón donde se sitúan los primeros asentamientos en este lugar. Se trata de un cerro fuera del casco urbano, pero muy cerca de la población, donde se han encontrado restos de tres recintos amurallados que circundaban una fortaleza.
LA CHOPA Se trata de un árbol centenario de grandes dimensiones, situado en la Plaza del Parador, y aunque no se tienen datos exactos sobre su existencia, se le calcula una edad de 500 años por la tradición oral de los vecinos. Sobrevivió a muchas enfermedades, se dice que en los años veinte del siglo pasado, una enfermedad hizo mella en su tronco que le produjo un hueco muy grande y se pensó en su caída inminente. Para evitar su caída cuando soplara el viento, se rellenó el hueco con argamasa y se aplicó una consistente peana alrededor del tronco. en la actualidad solo queda un tocón en recuerdo de su presencia.
LA SERREZUELA Es un área natural con una superficie de diez hectáreas, de propiedad municipal y está situada en una pequeña sierra a tan sólo dos kilómetros del centro de la población. En ella se pueden observar distintas especies de arbolado: pinos, encinas, olivos, almendros, etc., así como una gran variedad de plantas autóctonas. Desde el año 1.996 el Ayuntamiento viene realizando distintas actuaciones en este paraje y desde esa fecha no se ha dejado de actuar sobre el mismo.
La Serrezuela cuenta con variados recursos; Molino que alberga un Museo Etnográfico, aparcamiento para más de cuatrocientos vehículos, apeadero de la ruta de Don Quijote, parque infantil, pistas de juegos populares, merendero, aula de la naturaleza, invernadero, ermita de San Isidro, chozo, molino de viento y el sendero de los aromas a través de cual se puede recorrer todo el área natural y disfrutar de más de mil plantaciones de distintas especies y aromas o la compañía de las aves y animales de caza menor que allí residen y próximamente contará con un centro de formación e interpretación medioambiental, con el objetivo de impartir cursos de formación. La Serrezuela es en definitiva, un lugar en el que todo visitante puede descansar y disfrutar de un atractivo entorno natural levándose, sin duda, un grato recuerdo de su paso por esta bella localidad manchega.